De la naturaleza humana

Señor humano,
ilustrado razonador,
por favor ilumineme 
¿Acaso veo doble?
O su moral se desdobla
a su conveniencia 
en miles de espejos 
de empantanados reflejos
Creo, querido señor,
que sufre usted 
de gravisímos síntomas 
¡oh, sí!, definitivamente 
es un serio caso 
de inconsencuntias severus 
primero, usted crea
una perfecta máscara
que será su carta de presentación,
luego, forja un solemne 
y pomposo discurso 
que será su tesis por defender 
y, por último, 
(el peor síntoma se manifiesta)
usted, mi ilustre señor,
realiza todo lo contrario 
a lo defendido ante el estrado
sin pena ni remordimiento 
sino más bien 
con descaro y desfachatez 
y me atrevo a decir que incluso
con maliciosa pulsión 
Y ni me mire con esa cara 
de falsa sorpresa 
que me repugna tanta efervescencia 
porque con sangre he retratado 
todas las contradicciones humanas 
en mi infame tratado 
Si gusta vemos la siguiente,
esta se llama comparatitis narcisus,
¡vaya sorpresa! 
esta vez no finge falsa modestia, 
tiene usted toda la razón, 
esta grave condición 
encanta por montón,
consiste dicha obsesión 
en un impulso adictivo comparativistico 
entre todo lo considerado 
sublime e insublime por el perpetrador 
pero siempre con un conciso matiz 
de portador de la razón única y valida
por parte del susodicho 
¿Sonríe usted satisfecho, ilustrado ser? 
me alegro de serle de utilidad 
pero como los fantasmas de Scrooge 
he de desaparecer 
ya que mis deberes debo atender,
pero si mi visita le resultó grata 
tal vez algún día decida retornar
Y antes de retirarme, caro amigo
solo le pido un sublime favor
y es que lo invito con fervor 
a reflexionar sobre su condición

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