Guardián de los secretos

Porque de repente las palabras me supieron amargas,
y es que ya no tenían el mismo significado.
El tiempo se me antojó, una convención sin sentido.
Y la vida, una marcha sin propósito.
Porque de repente me encuentro con el corazón hecho un puño,
contando luciérnagas con la esperanza de que me guíen con su luz;
de que iluminen mi camino.
Y es que a veces es mejor la oscuridad, es mejor el no saber.
Una vez que se sabe ya no hay marcha atrás,
se puede pretender ignorancia pero no crearla.
Es por eso que a veces preferiría no saber lo que Ella me dice,
son secretos tan profundos y siniestros que hacen temblar mi alma,
y que perturbarían hasta el alma más profunda.
Pero ese es mi deber, triste pero solitario, ajeno e intimo a la vez: 
he de escuchar esos secretos y guardarlos, sino ¿quien más lo haría?    
No se preocupen, no le revelare a nadie sus secretos. 

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